Gabriel Castillo Molina, MA
Fundador de LiderLogos
En la Iglesia, todo bautizado está llamado a anunciar el Evangelio con la vida y con la palabra. Los laicos, en particular, tienen un papel fundamental en la catequesis, en los grupos parroquiales y en los diferentes espacios donde se comparte la fe. Para cumplir esta misión, la voz se convierte en un instrumento esencial que Dios mismo utiliza para llegar al corazón de las personas. San Pablo lo recuerda con fuerza: "La fe viene de la predicación, y la predicación, por la Palabra de Cristo" (Rm 10,17). Esto significa que tu voz, cuando es cuidada y ofrecida al servicio de Dios, puede transformar vidas.
La voz como instrumento de evangelización
La tradición católica enseña que evangelizar implica unir contenido y testimonio. El Directorio para la Catequesis afirma que la comunicación de la fe debe ser clara, fiel a la doctrina y cercana a la experiencia humana (Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, 2020). En esa tarea, la voz juega un papel determinante: transmite convicción, serenidad, alegría y caridad. Un laico que sabe usar bien su voz no solo enseña, sino que anima, consuela y despierta esperanza.
La respiración diafragmática: fundamento de una voz sana
Uno de los primeros aspectos técnicos que un evangelizador laico debe aprender es la respiración diafragmática. Respirar de manera profunda y consciente permite hablar sin cansarse, mantener el control en momentos difíciles y sostener un tono cálido durante toda la enseñanza o catequesis.
Además, una buena respiración favorece las pausas, que no solo ayudan a descansar sino que permiten que el mensaje penetre en el corazón de los oyentes. Como señalan los expertos en comunicación pastoral, las pausas generan espacio para la contemplación y evitan que el mensaje se vuelva apresurado o tenso (Navarro, 2018).
"La fe viene de la predicación, y la predicación, por la Palabra de Cristo"
— Romanos 10:17
La proyección: llegar a todos con claridad
La proyección de la voz es otro elemento importante para quienes predican o enseñan en salones parroquiales, retiros o grupos pequeños. Proyectar bien no significa levantar la voz, sino enviarla con claridad y energía hacia quienes escuchan. En contextos donde no hay micrófono, una proyección adecuada asegura que todos puedan participar y comprender el mensaje sin esfuerzo. Esto refleja una actitud profundamente cristiana: el deseo de incluir a todos y no dejar a nadie fuera del anuncio.
La modulación: dar vida al mensaje
La modulación, por su parte, evita que el mensaje se vuelva monótono. Variar el ritmo, el volumen y el tono permite subrayar ideas, expresar emociones auténticas y mantener viva la atención del grupo.
Jesús mismo hablaba con diferentes registros, desde palabras llenas de ternura hasta llamados firmes a la conversión (Mt 11,28; Mt 23). Un laico evangelizador encuentra en Él el modelo perfecto de una voz que toca la mente y el corazón.
Cuidar la voz es un acto de amor
Cuidar la voz no es un detalle secundario: es parte de la misión. Preparar cómo se anuncia el Evangelio es un acto de amor hacia quienes escuchan.
Cuando un laico combina técnica vocal, madurez espiritual y fidelidad doctrinal, su voz se convierte en un puente por el cual Cristo puede llegar a las personas.
Consejos prácticos para cuidar tu voz
- Hidrátate constantemente: Bebe agua antes, durante y después de hablar
- Calienta tu voz: Realiza ejercicios vocales antes de enseñar o predicar
- Evita forzar la voz: No grites ni hables en ambientes muy ruidosos
- Descansa tu voz: Después de hablar mucho, dale tiempo de recuperación
- Practica regularmente: La técnica vocal mejora con la práctica constante
Referencias
- • Navarro, J. (2018). Comunicación pastoral efectiva. Madrid: Editorial San Pablo.
- • Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización. (2020). Directorio para la Catequesis. Ciudad del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana.